Retos mayores: el “arte de negociar” en tiempos difíciles
La etimología de la palabra NEGOCIO nos sumerge de inmediato en legendarias costumbres latinas, cuando el OCIO (el “otium”) era usualmente el tiempo destinado a pensar y todo lo que a él se oponía (el “nec-otium”) adquiría de inmediato un sentido peyorativo o inferior. Por tal razón “caía en desgracia” la actividad mercantil, la negación de ese ocio creativo, basada inexorablemente en los NEGOCIOS.
Resulta evidente que los siglos han invertido por completo esta fórmula, aunque sin restarle mayores jerarquías al legendario arte de pensar. Desde épocas inmemoriales, la humanidad viene negociando sobre la base de sus necesidades. Simultáneamente, el creciente apetito por productos y servicios -cada vez más innovadores- ha ido gestando un verdadero arte de la persuasión mutua, especialmente a la hora de querer cerrar un convenio favorable para todas las partes concernidas.